En el anterior post les conté de un luz de esperanza para remediar en algo la hostilidad de esta sociedad hacia los niños. La verdad es que ya no estoy tan entusiasmada. Asistí a todas las charlas del pensador (y niñologo) Francesco Tonucci, escuche todas sus ideas acerca de la crianza, comulgué con el 100% de ellas, me regocije con la sola ilusión de que tengamos algo parecido a lo que él plantea (una ciudad pensada para los niños), sin embargo y al final el pesimismo hizo de las suyas conmigo y, aunque sigo creyendo que es una idea maravillosisisisma y grandiosa, algo me huele a que para mi municipio no fue más que un “lindo” tratado más que firmar y lucir en la pared de tratados “lindos”.
Pero no puedo sólo quedarme en la duda y la queja, tampoco sé muy bien que puedo hacer yo como simple ciudadana (y madre). Creo que en estas condiciones (ser un nadie disconforme), no me queda más que hacer cualquier cosa, totno sé, puede ser desde una carta hasta una entrevista con el alcalde o un concejal o qué sé yo. Algo haré señores, este tratado es demasiado importante como para desperdiciarlo. Una ciudad que escucha a los niños?, ¿Qué les deja opinar?, ¿qué más encima les hace caso?, ¿Y ES MIII CIUDAD?, hay que hacer algo